miércoles, 7 de octubre de 2009

Tordesillas, un pasado muy presente



Pocos pueblos pueden presumir con la rotundidad que lo puede hacer Tordesillas, de haber sido villa de tratados, refugio de una reina y hoy cruce de caminos en el corazón de la vasta Castilla.

El gran padre Duero, imperturbable y al tiempo sereno, ha sido testigo de cuánto aconteció en este pueblo alzado a su vera.
Si el río nos hablara a través del lento discurrir de su corriente, podría muy bien contarnos páginas fehacientes de un pasado escrito en los libros de historia.

Fue para la reina Juana I de Castilla un lugar en el que abandonarse y aislarse del mundo después de que su padre Fernando el Católico la dejara allí recluída en el Real Monasterio de Santa Clara, fue también lugar de importante firma y acuerdo, el famoso Tratado de Tordesillas, firmado en 1479 entre las coronas castellana y portuguesa y en el que se ponía fin no sólo al litigio que se mantenía tras la muerte de Enrique IV con la sucesión al trono castellano por parte de Isabel la Católica y Juana la Beltraneja, sino también con el reparto de los derechos de navegación y conquista del Océano Atlántico con la vecina Portugal.

Es por tanto Tordesillas, un cruce de caminos en el que detenerse antes de seguir hacía el Sur o hacía Portugal si se viene del Norte, ya no sólo por lo mucho que aconteció en el pasado, sino también por lo que acontece en el presente pues si algo sabe Tordesillas, es aprovechar sus baluartes para enseñar a propios y a ajenos, una identidad heredada de otros tiempos y preservada del olvido.

Una vez más, por Octubre, el primer fin de semana para más señas, los tordesillanos o turresilanos, gentilicio este menos usado pero de interesante origen pues se debe a la antigua denominación de la villa con el nombre latín de Turresellarum, engalanan su pueblo al más puro estilo medieval, ataviándose al uso de aquellos días cuándo “ su reina Juana”, contemplaba melancólica y cautiva desde su torre monástica el discurrir de la vida de su pueblo.

Este año, si Tordesillas necesitaba aún más motivos para celebrar su tradicional Mercado Medieval, se le ha unido la conmemoración del V Centenario de la llegada de la Reina Juana I de Castilla al pueblo de Tordesillas, un homenaje a medio camino entre lo noble y lo amargo por cuánto ha trascendido a lo largo del tiempo de la controvertida personalidad de esta reina castellana, pero que una vez más le ha dado realce y un mayor contexto histórico a un evento de marcado carácter tradicional pues si en algo ya goza de cierta veteranía Tordesillas, es en organizar este tipo de iniciativas culturales y divulgativas en torno a una época pasada de recomendable conocimiento por sus costumbres y usos.

En esta transfiguración a la Edad Media, los tordesillanos no escatiman en imaginación y, por supuesto en participación. Durante dos días, Tordesillas es puramente medieval: puestos artesanos, vendedores ambulantes, caballeros a lomos de caballos, justas, danzas, nobles damas, campesinos y campesinas, calles encintandas, tapetes en las balconadas, olores, sabores, juegos...nada parece dejarse en el olvido para envolver a propios y visitantes en un escenario del medievo.

Pero detrás de todo este despliegue de ingenio, ilusión y empeño para sumergir a todo un pueblo en un contexto histórico y social tan interesante, culturalmente hablando, existe una controversia de la que conviene hablar pues para Tordesillas, y más en concreto para los tordesillanos, la reina Juana I de Castilla, no sólo es un emblema para ellos, es también un personaje al que quieren devolverle esa dignidad que siempre se ha visto trastocada bajo el apelativo de “ loca”.


Es justo pues hacer un importante inciso en este sentir del pueblo para completar la auténtica visión que Tordesillas pretende dar de la conmemoración del V centenario de la llegada de la Reina Juana I de Castilla a este pueblo a orillas del Duero.

Juana I de Castilla, reina y enamorada.

No le falta razón a quién piensa en Tordesillas que la reina Juana no estuvo tan loca como cuenta la historia. Quizá sólo sean teorías motivadas por el cariño entrañable que le guardan a “ su reina” los tordesillanos pero lo cierto es que, no es descabellado pensar que fue victima del propio acontecer de su tiempo.

Es totalmente factible que Juana no se volviera realmente loca. Loca de amor, seguramente, pero no menos ni más que cualquier mujer de su tiempo cautivada por su enamorado, no en vano siempre se ha dicho del amor que provoca un punto de locura.
Pero lo que se barrunta en torno a esta reina es que su enamoramiento fue enfermizo, celoso y posesivo hacía su esposo Felipe el Hermoso.
Quizá lo que la diferenció de otras mujeres en aquel tiempo, fue el modo de dar rienda a sus sentimientos y a su amor. Esa premura en su matrimonio ante la efervescente pasión que sentía por su amado, su fogosidad y sus celos ante los escarceos licenciosos de su marido, en una mujer de aquellos días y reina para más realce, estaba mal considerado y era hasta censurable, tratándose esos asuntos con el hermetismo propio de una sociedad marcada esencialmente por la supremacía del hombre sobre la mujer y con unos prejuicios siempre desfavorables para ella.

Si a esto le añadimos que como reina, tampoco fue mejor tratada pues la despojaron de sus derechos en favor de su hijo, cabe llegar a la conclusión de que fue una mujer ignorada en sus sentimientos y en sus capacidades, obviando su corazón y su inteligencia hasta el punto de someterla a la más profunda frustración personal y emocional.

Evidentemente, la historia nos cuenta que vivió encerrada en la torre del Real Monasterio de Santa Clara hasta su fallecimiento en 1555 con 75 años y que no vivió abrazada a la cordura durante esos largos 46 años de cautividad, pero cabe preguntarse quién es capaz de vivir tantos años encerrado sin perder al menos un ápice de la razón.

Así pues, no es ninguna barbaridad llegar a la lógica conclusión de que Juana I de Castilla, no estuvo realmente loca, sino que simplemente sufrió el estigma de ser una mujer inteligente encerrada en un mundo dónde el hombre escogía y la mujer era escogida, tanto en el amor como en cuestiones de gobierno.

Algo sí es cierto, Juana I de Castilla fue una mujer con una personalidad controvertida a quién en gran medida le impidieron ser feliz. Su supuesta locura, pues, un velo cómodo con el que tapar el menosprecio y la cautividad a la que le sometieron tras despojarla de cuánto para ella pudo ser importante en su vida.

Afortunadamente su pueblo, nunca dejó de considerarle reina de los castellanos a pesar de que Los Comuneros no consiguieron, como era su deseo, devolverle a Juana esa dignidad y su trono en parte porque ella misma había caído en completo abandono y por la tremenda derrota en Villalar en 1521.

Es justo pues celebrar este V centenario de la llega a Tordesillas de la Reina Juana I de Castilla pero dándonos al mismo tiempo la oportunidad de comprender la historia desde otra lógica no escrita pero, posiblemente, más justa.

Pilar Martinez Fernandez

3 comentarios:

  1. Hay que ver la perra de algunos con el gentilicio de los naturales de Tordesillas. ¡Mujer!, el gentilicio es TORDESILLANOS no "turresilanos", adoptado en 1992 para denominar un plato característico con el nombre de "gallo turresilano", pero que trabucaron en el acta una letra: la "i" por una "e", porque la verdad el nombre era "turrisilano/a" pero para el gallo no para las personas. Atentamente,
    Jesús López

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  2. Te agradezco la aclaración Jesús, y comprendo incluso ese impetu tuyo para reivindicar el gentilicio que te enorgullece y no el que acompaña al famoso plato culinario, que también entiendo es un poco un gancho muy ocurrente para la hosteleria tordesillana. No obstante y humildemente te digo que si bien me parece muy bien que hagas énfasis en " tordesillanos", como yo tambien hago en el resto del articulo sin mencionar lo de " turresilanos" nada más que como un mero apunte que tiene su fundamento en antiguas denominaciones y transifguraciones latinas de Tordesillas, creo que lejos de ser algo que deba enfadar, es un aspecto más que potencia el " sabor" de Tordesillas. No todos los pueblos tienen su propio plato típico, ni varias denominaciones gentilicias, ni la carga emocional e histórica que tiene tu pueblo. Todo en conjunto contribuye a que se conozca dentro y fuera de nuestras lindes comarcales y regionales aquello que con orgullo consideramos parte de nosotros y de nuestra bagage cultural y tradicional.
    Yo soy vallisoletana sin ir más lejos, y no me molesta en absoluto que me llamen " pucelana", pero no obstante respeto tu sensibilidad, tu opinión y por supuesto, te agradezco que al menos te hayas tomado tu tiempo en dar tu punto de vista. No dudes que has enriquecido este blog. Y, por supuesto, tomo buena nota. " SOIS TORDESILLANOS" por conciencia y por honor.
    Un saludo.

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  3. ¿Y qué tal el toro de la Vega? Algún apunte sobre su raíz histórica y la importancia para Tordesillas

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