miércoles, 20 de enero de 2010

El Pisuerga de vez en cuándo...se desborda




Duero a su paso por Tordesillas.







Pisuerga a su paso por Simancas.
















Siempre se dice eso de..aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid..¡¡¡¡, pues sí, pasa por la ciudad, por la provincia y, de vez en cuándo, se desborda.







En Simancas, el puente medieval soportó una vez más el ímpetu de las aguas del Pisuerga. Las fotografías que acompañan esta pequeña crónica gráfica, son del día 17 de enero de 2010, domingo. Ya había bajado un metro de agua el caudal, pero no obstante impresiona la magnitud del río fluyendo con tanta agua en su cauce desbordado.







En Tordesillas, ya con toda el agua volcada en el Padre Duero, también se aprecia un aumento del caudal que tendrá que sortear los muchos meandros que se abren a lo largo de la Meseta hasta llegar a tierras portuguesas.







Son los ríos Pisuerga y Duero, fuentes de fecundidad allí dónde salpica sus aguas, pero lo cierto es que, cuando amenazan con saltar e inundarlo todo a su paso, la impotencia del hombre frente a tan imparable elemento como es el agua, no deja de recordarle lo pueril de sus esfuerzos y la levedad de su existencia frente a una naturaleza que, en buena parte por culpa de él mismo, se revela y se defiende hasta imponer su propia ley.
Reportaje Gráfico y texto: Pilar Martinez Fernandez







lunes, 4 de enero de 2010

El abrazo de Soria al Padre Duero


Es Soria lugar escogido por esas Edades del Hombre que buscando reflejar la Fé en los cruces de caminos y en las tierras de siembra, encuentra en la singular ciudad castellano leonesa, no sólo sembradores de Fé sino paisaje y poesía abrazando al gran río Duero, padre generador de vida allí dónde hacen remanso sus aguas.
Dice Gerardo Diego a propósito en su extasiada contemplación del rio:

¿Cuántos años, meses, días?
Horas sólo cumple el Duero
cuando pasa por Salduero.
Allá arriba, Urbión relumbra.
Nieve en mayo y en enero.
Ríe y llora, llora y ríe,
¿cuántas gotas tiene el Duero?

Y es que, llegar a Soria es preguntarse si fue antes Soria que el Duero, o al revés. Pareciera que se fundieran en un abrazo entrelazado, confudiéndose y al tiempo fundiéndose, como si no pudieran sostenerse el uno sin el otro.
Es, efectivamente, como nombra y cataloga precisamente las Edades del Hombre o el Duero en su exposición soriana durante el año 2009, “ Paisaje interior” , un paisaje de contrastes cromáticos, de biodiversidad y de serena naturaleza, sin estridencias ni distorsiones ambientales, un lugar en el que detenerse a escuchar el lenguaje de la naturaleza.
Gerardo Diego consiguió junto a Machado, expresar con su poesía, aquello que la exultante y a la vez quieta Soria provocaba en sus sentidos al admirarla.

Si yo fuera pintorno pintaría, Soria,
tu yermo y tu pastor.
En mi paleta habría un rosa de rubor,
un amarillo augusto y un verde verdecido,
porque tienes la gracia de un país recién nacido.
Pintaría tus árboles señeros y viudos,
aquel olmo decrépito, de quirúrgicos nudos,
aquel plañente sauce,
todo esbelto de gracia,
y entre menudas guijas,
aquella urbana acacia.
Pintaría las márgenes del Duero con el puente,
la fábrica, la presa, el lavadero;
y aquel alero, aquel balcóny aquella casa que parece de cartón.
Y todas las siluetas,
las amadas siluetasde tus torres manchadas del poniente sangriento.
Y así otros mil motivos en otras mil viñetas
para guardarte íntegra tal como yo te siento.
No es, pues, casualidad, que al llegar a Soria, sientas la necesidad de buscar un lugar en el que ver discurrir del agua.
Siguiendo la senda que nos lleva hasta la Ermita de San Saturio, El Padre Duero enseguida se despliega plateado dejando al tiempo que el verdor de los árboles acaricien con su reflejo el agua.
Amargo es, no obstante, recordar aquellos viejos olmos que se alineaban en su ribera, decrépitos y fosilizados los escasos que aún quedan para el recuerdo, y sustituidos por los chopos, vivaces y esbeltos perfilando el cauce.
Antonio Machado así cantó al olmo, viejo y acabado, no por la grafosis, bien es cierto, sino por ley de la propia naturaleza.
A un Olmo Seco
Al olmo viejo,
hendido por el rayo y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina que lame el Duero!
Un musgo amarillento le mancha la corteza blanquecina al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera va trepando por él,
y en sus entrañas urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera también,
hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.

Si buscamos encontrar esa sintonía precisa entre naturaleza y paisaje, Soria en torno al Duero consigue ofrecer sin demasiadas busqueda en la propia ciudad, un marco en el que encuadrarse y dejar que la mirada se funda con lo que vé.
Tan sólo hace falta agudizar el oído y el sentido de la orientación para encontrar ese enclave dónde Soria y Duero son una sola cosa. Hallada la eterna estrofa del agua, como también expresaría Gerardo Diego en su alegoría al Rio Duero, seguir los meandros del rio es descubrir en toda la provincia una orografía no excesivamente abrupta pero si lo suficientemente arqueada y horadada por el rio como para ofrecer todo un baño de contrastes en los campos sorianos y en sus sierras y montes.
Pero si tu espíritu busca algo más, no es tierra esta que escatime en la siembra de la Fe, como apuntaba al principio de este “ itineres”. Siguiendo la senda mística desde el Monasterio de la Vid en tierras burgalesas camino de Soria, podemos escuchar la llamada y llegar hasta Santo Domingo de Silos, un lugar dónde el mundanal ruido es sustituido por el canto gregoriano de los monjes. Un monasterio sin ninguna duda al que llegar sin necesidad de tener demasiadas excusas pues el enclave ya sorprende, pero la hospitalidad es la mejor de sus credenciales
Asi pues, si a Soria llegas, busca para percibir. Busca al Padre Duero pues juntos caminan, abrazados, sin rubor pero con toda una paleta de colores alrededor, y deja que la poesía de Machado, Gerardo Diego, Bécquer...se haga evidente. Soria, como decía cierto eslogan, es...INFINITA:

Texto: Pilar Martinez Fernandez.

Soria & Duero





























Vistas diversas de Soria: Concatedral de San Pedro, Sede de las Edades del Hombre 2009, Ermita de San Saturio y panorámicas del Duero a su paso por la ciudad.
Reportaje Gráfico: Pilar Martinez Fernandez.