Existe un lugar en el que Don Carnal tiene un hogar con sabor a vino tinto. Ese lugar es Toro, un balcón al Duero al que llegar y asomarse para perder la vista hacia el horizonte infinito por el que serpentea el rio camino de Portugal.
Es su vino y su balcón, emblemas de este pueblo, sin embargo, son los Carnavales para los Toresanos, el momento especial del año en el que emplearse con gran sentido del humor y jolgorio para dejar correr esa alegría que, algunos seguro pensarán que lo provoca su buen vino, y aunque tampoco sea mentira,lo cierto es que les sale con ganas.
Es, pues, una ocasión perfecta para llegar a esta villa si nuestro discurrir errante e itinerante así nos place. Una ocasión para descubrir esa otra faceta del carácter castellano, sobrío cuando debe serlo pero alegre cuando tiene motivos. Y en Toro, si algo sobran son los motivos para salir a la calle cuando llega el carnaval; disfrazarse, divertirse, reir, cantar, bailar y hasta ir de boda. Sí, como suena. Entre sus lozanas y bien conservadas costumbres tradicionales, se encuentra la celebración de una boda al más puro estilo castellano, con su " canto de honor" en torno a la novia, los arcos de flores haciendo pasillo a los novios por las calles y toda una comitiva ataviada con los trajes tradicionales y capas castellanas.
Esta boda se celebra el domingo de carnaval en torno a las 6 de la tarde al son de la dulzaína, y resulta curioso comprobar el arraigo que esta costumbre tiene entre las gentes de Toro. El despliegue de trajes tradicionales es espectacular. Goza de una riqueza en la confección que no deja indiferente a quienes ven pasar la comitiva. Bordados en oro, abalorios, manteos y rodaos cuidadosamente elaborados y diseñados, pañuelos zamoranos, bisutería...todo conjugado a la vieja usanza pero exquisitamente recuperado de los viejos baules de las abuelas.
Pero tampoco desmerecen los disfraces carnavaleros. La imaginación es la loca de las calles toresanas. No se recurren a los típicos disfraces de tienda. En este pueblo la creatividad es todo un derroche. Son numerosos los grupos de personas que eligen un tema para pasearse durante todo el carnaval. Desde colegialas, domingueras, brujas y magos, hasta alta burguesía y charangueros.
Son cuatro días en Toro que no dejan hueco al aburrimiento. Visitar este pueblo en Carnaval es sin duda alguna la oportunidad de descubrir un agradable contraste más allá de ese vino que produce y por el que es más conocido.
Así pues, no lo dudes, viajero, como tampoco dudes que. Toro, vayas cuándo vayas siempre te acogerá y dejará que bebas, si gustas hacerlo asomado a su balcón mirando al Duero, su vino, del mismo color que la sangre que corre por las venas de los toresanos.
Texto: Pilar Martinez Fernandez.
Febrero 2010
Brujos y brujas...
Murga carnavalera. 
Dulzainas y arcos de flores para una boda al más puro estilo castellano de otro tiempo.
Dulzainas y arcos de flores para una boda al más puro estilo castellano de otro tiempo.
