domingo, 25 de abril de 2010

Avila, murallas peinando el cielo




Son las murallas, altas como gigantes. Suelen mostrarse desafiantes para intimidar a quien quiere franquearlas, pero en Avila, parecen alzarse como queriendo peinar el cielo. Sus dentados cubos simulan tocar las nubes, dejando pasar entre sus dientes de piedra, el leve viento que al mismo tiempo silba como quejoso al verse interrumpido en su libertad.
En Avila, desde su muralla, la vista se pierde en el horizonte montañoso de la Sierra de Gredos . Es fácil sentir que estás en una ciudadela y que tú, de ser otro tiempo más pretérito, podrías ser un vigía. Estás en lo alto de esa muralla y, el cielo y la tierra parecen jugar a juntarse para confundir tu mirada en la lejanía.
A ratos, la muralla parece inacabable, mientras que otros parece querer limitar un perimetro no demasiado grande. Es en cierto modo el efecto de una caja que contiene otra caja, y en ese otra caja un montón de figurillas y casitas queriendo formar una maqueta. De vez en cuándo, asoma alguna iglesia. Más altozana, una catedral. Un poco más allá una plaza con una estatua. Es fácil reconocerla, no es otra que Santa Teresa de Ávila, aquella que dijo que la paciencia todo lo alcanza y que solo Dios basta.
La paciencia, sí, todo lo alcanza, igual que aquellos que alzaron tan altas murallas.
Es pues, Avila, un bonito lugar en el que tocar el cielo con los dedos, de peinarlo al tiempo que se siente su inmesidad infinita sobre nuestras cabezas mirando a la siempre nevadas y próximas montañas de la sierra.
Pilar Martinez ( Abril 2010)

domingo, 18 de abril de 2010

Salamanca, blanca y universitaria


Dice una canción popular: " Salamanca, la blanca, quien te mantiene, quien te mantiene..."
Es Salamanca, una de las ciudades castellano leonesas que más mantiene y sostiene monumentos. Y es la blancura que resalta en sus piedras cuando las ilumina el sol, la que le da ese pulso jovial al tiempo que culto en sus centricas calles. Pasear por Salamanca es encontrarse con un constante fluído de callejas que siempre llevan a algún rincón singular. Tan pronto asomas a su Plaza Mayor, rectángular pero practicamente inabarcable al primer golpe de vista, con sus soportales sombríos al tiempo que coquetos y con esas balconadas casi simetrícas de las fachadas que forman el arquitectónico rectángulo, como de pronto sientes la inmensa sombra que proyectan las torres de sus iglesias y sus dos catedrales.
Pero sin duda, lo más intrigante es toparse con la fachada de la universidad. Y digo bien intrigante porque, a quién llega, siempre es menester invitarle a jugar con la fachada plateresca en busca de esa rana escondida de la que se dice que nadie puede marchar de Salamanca sin haberla visto porque en símbolo de buena suerte.
Al primer golpe de vista no suele verse, se necesita focalizar el buen ojo hacía una calavera, pero si aún así no logra verse, siempre hay quien puede ayudar a encontrarla pues suele tener mucha convocatoria este juego y no es extraño ver a varias personas apuntando con el dedo hacia el lugar donde se halla la ranita burlona.
A quien va a Salamanca, siempre le quedan ganas de volverse estudiante, no quizá para volver a soportar las pesadas horas de clase y estudio, pero si seguramente para sentir la efervescencia y vitalidad de una sangre jóven abierta a todo aquello que puede percibirse con los sentidos y con una sensación de libertad que, en Salamanca, se respira por doquier. La mezcla de nacionalidades y de cultura, dota a esta ciudad de un agradable sentido de concordia y hospitalidad además de un lugar de cultura, saber y de buena literatura. Unamuno y Salinas, aqui dejaron su huella. Nuestro es el privilegio de llegar hasta Salamanca, la blanca universitaria, y comprobarlo.
Texto: Pilar Martinez Fernandez ( Marzo 2010)

Salamanca toda entera monumento






















Tributo de Salamanca al gran maestro Pedro Salinas.










No te detengas nunca
No te detengas nunca cuando quieras buscarme.





Si ves muros de agua,anchos fosos de aire,setos de piedra o tiempo,guardia de voces, pasa.





Te espero con un ser que no espera a los otros:en donde yo te espero sólo tú cabes. Nadie puede encontrarse allí conmigo sino





el cuerpo que te lleva,como un milagro, en vilo……

Pedro Salinas “La voz a ti debida” y “Razón de Amor”


Reportaje gráfico: Pilar Martinez ( Marzo 2010)
































martes, 13 de abril de 2010

Poza de la Sal, el salero de Castilla


Poza de la sal, un lugar aderezado a la sazón y con cierto regusto en el ambiente que hace esperar la mar salada sin encontrarla. No existe tal mar, la hubo hace muchísimo tiempo, pero quedó seca en sus entrañas, permaneciendo únicamente sedimentada la sal. Tanto se cansó esa sal de estar escondida que, deseando ser de provecho, decidió cuán volcán abrir la tierra y mostrarse útil al hombre. Primero a los celtas, más tarde a los romanos, siendo estos tan hábiles que decidieron aprovechar tan rico recurso natural haciendo buen uso de su sentido práctico e ideando un sistema de desecado de la sal con piletas y eras que aún hoy se conservan y que, al uso, sirvieron prácticamente hasta los años 60.
De esta comarca son los famosos salineros de Poza de la Sal, hombres y mujeres que indistintamente trabajan el oficio de extraer la sal en un laborioso proceso que llevaban a cabo en las salinas y que hoy son declaradas Bien de Interés Cultural y Sitio Histórico por su conservación y el modo de ilustrar uno de los oficios que tuvo sus tiempos gloriosos y ricos para la comarca por la producción de sal y su distribución.
Una curiosidad con respecto a la sal en tiempos de los romanos. Se acostumbraba a pagar a los soldados romanos de dos maneras; una parte con monedas y otra parte con especias. Una de esas especias era la sal, codiciada por lo necesaria que es para nuestra salud, de tal manera que “ sueldo” derivó de “ soldada”, pago en monedas al soldado, y “ salario” del pago en sal o “ salario Argentum” ( oro blanco haciendo referencia a la sal).
Es pues Poza de la Sal, un reducto bellamente enmarcado en la provincia burgalesa dentro de lo que da en llamar la comarca de La Bureba, un roto en la misma tierra que pincela el paisaje con tonalidades rojizas y blancas y a ratos tambien grisácea y verdosa por las roca de ofita.
Poza es salinas, es paisaje, es naturaleza, y si de naturaleza hablamos, es obligado mencionar al gran naturista Felix Rodríguez de la Fuente, un hombre que aprendió a amar a la fauna y al medio natural en su inmensa diversidad en el lugar en el cual nació en 1928 y que moriría en 1980 en Alaska en una avioneta cuando se disponía a grabar uno de sus bellos documentales junto a su equipo.
Hoy son varios los hitos y monumentos que dan cumplido homenaje a este gran educador de la naturaleza para toda una generación de españoles que vimos aquellos programas de El hombre y la Tierra por televisión. Un buitre aleonado en el páramo cerca de La Magdalena, gran almacen de sal, y su efigie en El Castellar además de su busto en la Plaza Nueva, recuerdan por doquier a tan ilustre hijo de Poza de la Sal.
Y si de conocer de primera mano todo lo que en otro tiempo dio vida y riqueza a esta comarca se trata, no debemos desaprovechar la ocasión para llegar hasta el Centro de Interpretación Las Salinas. Abierto al público desde el año 2003 y situado en la que fue la Casa de Administración de las Reales Salinas construido en tiempos de Carlos III, nos pone en situación gracias al guía y sus documentadas explicaciones sobre un modo de vida y un oficio que si bien hoy ya no sigue estando vigente, demuestran la capacidad del hombre a la hora de aprovechar los recursos del entorno en el cual decide vivir. Así, es fácil encontrarse con los utensilios propios de los salineros, sus vestimentas, el laborioso proceso de desecado de las eras de manera manual, las medidas que usaban para pesar la sal y embalarla para su distribución...en definitiva toda una singularidad en torno a lo que fue el modo de vida para muchas generaciones de salineros. Como bien dice la jota de “ La sal”, “ salinerito es mi padre, salinerita mi hermana, y salinero ha de ser el que me carde la lana. Ay con sal, con sal, Ay con sal, salero, ay con sal y sin sal y con sal te quiero...”
Asi pues, si hasta estas salinas llegas, deja que Poza te acoja, deja que sus gentes te expliquen. Deja que La Bureba te sorprenda con , con su color y, cómo no, con su sabor a sal...
Cómo llegar
Desde Burgos, coger dirección Vitoria por la autovía. Antes de llegar al peaje, desviarse dirección Santander para, enseguida, tomar el desvío hacía Poza de la Sal.

Dónde Comer y tapear
En el Hotel Casa Martin y en los bares que hay en el casco Antiguo.

Qué visitar:

El castillo Medieval, el monumento a Felix Rodríguez de La Fuente, El museo de la Radio, La Magdalena, Las reales salinas y el Centro de Interpretación de Las Salinas., y por supuesto, pasear por todo su casco antiguo, comenzando en la Plaza Nueva donde hay un mirador con una panorámica espectacular y siguiendo por las calles estrechas para descubrir su iglesia parroquial, la murallas y todo el conjunto urbano.
Reportaje y texto: Pilar Martínez Fernández ( Abril 2010)

domingo, 11 de abril de 2010

Poza de la Sal, ( Burgos)




Salineros a la sazón,



...y tambien de gala cuándo había ocasión








Monumento al naturista Felix Rodriguez de la Fuente, nacido en esta tierra y el lugar donde comenzó su pasión por la fauna.




La Bureba con el castillo medieval de Poza de la Sal vigilante para divisar al caminante que hasta sus salinas llega.


























Más muestras de recuerdo y homenaje a quien enseñó a muchos españoles el respeto a la naturaleza.




















...Y las salinas, lugar dónde primero los celtas y luego los romanos dieron aprovechamiento a un recurso natural que guardaba en sus entrañas esta comarca; la sal.




























Casco antiguo de Poza de la Sal.







Vistas de la Plaza Nueva, lugar desde el que asomar a modo de balcón hacía el generoso valle de La Bureba burgalesa.


































Panoramica que se abre a nuestros ojos al llegar por la carretera hasta Poza de la sal desde Burgos.







Reportaje gráfico: Pilar Martinez Fernandez ( Abril 2010)